3 ene 2010


Una de las cosas más importantes para mi, son mis amigos. Tengo muchos, y de los verdaderos. Están dispersos por todos lados, creo que ese es un defecto.
¿Pero qué pasaría si todo está perfecto, y de un día para el otro alguien se enoja con vos? Y lo peor, dice que hacés... ¿Diferencias?
Yo nunca haría diferencias con ningún amigo, nunca en mi vida. Trato de dividirme y estar el tiempo suficiente con cada uno. Trato de ser una buena persona y estar con todos. Nunca agarrármela con ninguno, porque sé que nunca tendrían nada que ver.


Pero una de las cosas que más me dolió en el alma, fue escuchar que diga que hacía diferencias.
Me hizo sentir mal, mucho más de lo que estaba. Porque nunca tendría ni siquiera intenciones de hacer algo así. Y creo... no, no lo creo, es verdad... que soy demasiado tolerante. Mucho.


Hacer diferencias sería ser una mala amiga, una mala persona. Y yo no soy ni una mala amiga, ni una mala persona. Siempre estoy ahí hasta para el que casi ni me conoce.
Y lo peor es que siempre estuve para esa persona. SIEMPRE. La entendí en todo momento, la escuché siempre que necesitó descargarse, y ahora, que venga con planteos así. Incoherentes por su parte, y más por su edad.


Realmente en esa conversación sentí que yo tenía 20, y ella 15.
Realmente me sentí mal, buscando la solución a problemas que ni siquiera había hecho yo.
Lo peor, después de todo, es que por más que me esmere en arreglar las cosas, sos dura, y te quedás en tu posición, te encerrás en un cubo y allá lo que digan los demás.


Realmente, todo se fue al carajo.
Vos, te fuiste al carajo.

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